¿Porqué nos gusta tanto comer productos que contienen azúcar?
Todos nos hemos hecho esta pregunta alguna vez, sobre todo cuando estamos en “faena” comiendo productos dulces y no podemos parar. Muchas veces no podemos resistirnos a algo dulce, tanto comida como bebida…pero, ¿a qué es debido este efecto casi adictivo que tenemos por estos productos, la mayoría procesados?
Azúcar es un término que se utiliza normalmente para englobar diferentes tipos de moléculas químicas llamadas hidratos de carbono. Éstos hidratos de carbono se encuentran en infinidad de productos para comer y para beber (galletas, refrescos, chocolatinas, zumos, batidos preparados, golosinas…e incluso productos salados como la salsa de tomate enlatada, pizzas, embutidos envasados, latas de legumbres, etc.) y los hay de diferentes tipos (almidón, sacarosa, lactosa, glucosa, fructosa, maltosa, glucógeno, dextrinas, manosa, etc).
Sólo se necesita mirar las etiquetas de los productos que compramos y veremos que en la mayoría de ellos están presentes, y en cantidades peligrosamente altas, estos hidratos de carbono.
Según SugarScience.org, hasta el 74% de todos los productos procesados contienen azúcares añadidos, lo que nos indica que desde bien pequeños estamos en contacto con estas moléculas y nuestro cuerpo y nuestro paladar se acostumbran a los alimentos con fructosa, glucosa, etc, que añaden sabor a las comidas.
¿Qué pasa cuando el azúcar entra en contacto con nuestras papilas gustativas en la lengua? ¿Qué efectos a nivel cerebral se producen?
- Cuando comemos azúcares, las papilas gustativas se activan y envían las pertinentes señales al cerebro, que es donde se procesan los diferentes sabores (centros de recepción sensorial que se encuentran en la zona postcentral del lóbulo parietal y también se distribuye la información a las áreas del cerebro que seleccionarán si el sabor nos resulta agradable o no, algo de lo que se encarga la amígdala cerebral, que se encuentra en el lóbulo temporal. Todas estas señales activan el sistema de recompensa del cerebro.
- El sistema de recompensa es un conjunto de mecanismos realizados por nuestro encéfalo, que permite que asociemos ciertos alimentos, sustancias o situaciones a una agradable sensación de placer. De este modo, a partir de esos aprendizajes, nuestro organismo presentará una tendencia en el futuro a que las situaciones que han provocado esta sensación de placer vuelvan a producirse. En este caso será no parar de tomar productos azucarados o tener ganas de tomarlos otras veces.
- Aunque no de igual manera, el sistema de recompensa del cerebro se activa con las drogas, creando adicciones muy fuertes, cuando conocemos a alguien afable y compatible con nuestra conducta, en ciertos comportamientos sexuales, etc. Se produce una liberación de dopamina y se activa el sistema de recompensa.
- El azúcar también provoca una liberación de dopamina, aunque no tan fuerte como las drogas, y se estimula el núcleo accumbens y se activa el sistema complemento dándonos esa sensación de placer.
Algunas verduras no provocan la liberación de dopamina y por eso se entienda que no nos atraigan tanto a la hora de comer. - Cuando sometemos al cerebro a una exposición prolongada de estas señales a través del consumo excesivo y recurrente de azúcares, la señal de dopamina se hace más débil cada vez, por lo que necesitaremos cada vez más cantidad de azúcar para obtener el mismo placer, llegando a impulsar, en los casos más graves, un proceso de adicción.
Es así como el azúcar puede llegar a comportarse como una droga y la razón por la que la gente puede quedar enganchada a los dulces.
Ahora ya sabemos porque nos atraen tanto los dulces y porque nos gusta tanto comerlos, además de saber que en la gran mayoría de productos procesados que se venden en los supermercados hay azúcar aunque sean productos salados.
Hay que ir con cuidado con el azúcar porque puede llegar a tener efectos adictivos en el cerebro, además de todas las consecuencias nocivas de su abuso para nuestra salud.